Los seres humanos nos formulamos todos los días la siguiente pregunta: “¿hacia dónde se dirige el mundo?”. La respuesta es sencilla, por lo que a mí respecta: no tengo ni idea. Sin embargo, a donde quiera que sea se dirige a un ritmo frenético. Del mismo modo, en el mundo del consumismo ya no vivimos en una época de consumidores, sino en una era de “prosumidores” y “transumidores”.
Un “prosumidor” es el híbrido resultante de un consumidor que es también un productor, que desea vender a otros consumidores bienes o servicios que posee o ha producido. Como ejemplo consideremos el fenómeno eBay o, más sorprendente todavía, al minorista de deportes Decathlon, ¡que vende productos de segunda mano en sus tiendas!
Por otra parte, los “transumidores” son consumidores imbuidos por un estilo de vida pasajero, que se liberan de las inconveniencias de la titularidad y la posesión permanentes. Las denominadas tiendas “pop-up” están surgiendo de la nada para satisfacer estas nuevas exigencias, al igual que los distribuidores de lujo tradicionales, que alquilan sus productos en lugar de venderlos (como Beg, Borrow o Steal).
En consecuencia, ¿cómo mantenerse al día en esté mundo rápidamente cambiante? Aunque todo el mundo busca la respuesta en la innovación como remedio mágico, considero que la innovación sin creatividad no existe. La creación de productos o servicios innovadores precisa de una fase preliminar, a saber, la aportación de nuevas ideas que puedan (o que no deban) convertirse en un producto final. Desgraciadamente, en la actualidad son muchas las empresas que suelen pasar por alto o ignorar este prolegómeno esencial para la innovación, por considerarlo una pérdida de tiempo. Se trata de una preocupación lógica, ya que está estadísticamente demostrado que sólo 1 de cada 89 nuevas ideas se convierte efectivamente en una "posible solución". Pero, ¡resulta tan fácil intentarlo! Son numerosas las técnicas que pueden ayudarte a generar nuevas ideas. Tomemos como ejemplo SCAMPER. Esta técnica, desarrollada por Bob Eberle, consiste en una lista de comprobación que ayuda a identificar modificaciones que se pueden introducir en un producto existente para crear uno nuevo. Se pueden emplear estas modificaciones como propuestas directas o como punto de partida para planteamientos paralelos. SCAMPER es un acrónimo en inglés que significa:
S – Sustituir: qué puedo sustituir, como ingredientes, materiales o personal
C – Combinar: qué puedo combinar o integrar con otros elementos o servicios
A – Adaptar: qué puedo adaptar/alterar, cambiar de función o qué partes de otro elemento puedo utilizar
M – Modificar: qué puedo aumentar o reducir de tamaño o cambiar de forma, o qué características puedo modificar (como el color)
P – (Put) dedicar a un uso alternativo: qué puede dedicar a otro cometido
E – Eliminar: qué puedo suprimir (como componentes), simplificar o reducir a su funcionalidad básica
R – Reverso: qué puedo plantear de forma opuesta, empleando igualmente la técnica conocida como Reversal (contrarios).
Anímese a probarla con cualquier producto, servicio o idea que tenga en la cabeza ahora mismo. Sólo tiene que formularse estas sencillas 7 preguntas, considerar las respuestas que nos deparan y recordar una cosa: los líderes de hoy en día anticipan las demandas del mañana, para lo que hay que ser primero creativo y luego innovador.
Para más información sobre estrategias minorista: a.mavrommatis@josdevries.eu
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